La fiesta como expresión cultural y folklórica
existe una dicotomía donde se combinan ritos aymaras con la religión católica
ambos adecuadamente manejados con tendencia andina y costumbres comunitarias.
En esta festividad intervienen tres aspectos muy importantes como ser:
El Preste, la persona que hará todos los gastos en la fiesta en la que él estará a cargo de los gastos de bebida, música, comida, toda la atención; todos los miembros de la comunidad tienen que ser prestes en algún momento para ser considerados personas de gran prestigio y respeto todos compiten para ganar y atender mejor que su antecesor, es singular la forma en que los ahorros de todo un año o de varios años se los gasta en tres días de fiesta haciendo que este capital circule en el interior de la comunidad, mostrando todo el poder de derroche económico y ostentación ante la sociedad, la fiesta también tiene ese componente de reciprocidad por el que la persona baila a cambio de los favores del Patrono o Santo.
La Challa, En agradecimiento a la Pachamama (tierra) por todos los frutos que de ella recibimos se realizan ofrendas con la realización de ritos que tiene el componente de las bebidas espirituosas que se beben y que también se convidan a la Pachamama echándola al piso.
La Promesa, Previamente al día de la fiesta religiosa o patronal se realiza una promesa a fin de pedir favores al santo con el compromiso de bailar y participar de la fiesta, esta promesa se acompaña del convite a la Pachamama con la challa y quema de una mesa ceremonial para que en el transcurso de la fiesta no haya problemas ni desgracias y a todos les vaya bien en el futuro.
Según algunas aseveraciones, el
origen de la fiesta se remonta al 8 de diciembre de 1663 cuando se fundó el
Convento de las Madres Concepcionistas,
en aquel entonces, las postulantes al convento debían llevar consigo una
imagen. La monja Genoveva Carrión portó un lienzo de la Santísima Trinidad,
consistente en una imagen de dios con tres rostros, representando así su
carácter trinitario; padre, hijo y espíritu santo. (Según, José Llanos)
Posteriormente, en 1904 uno de los
devotos hizo retocar el cuadro convirtiéndolo en una imagen con un solo rostro
y llamándola el Señor del Gran Poder en referencia al Patrón de Sevilla, imagen
bastante común en las procesiones de Semana Santa y con bastantes devotos en
grandes ciudades como Quito y Arequipa.
Muchos devotos recibieron favores
del Señor, por lo que la veneración de la imagen se extendió, sin embargo, en
1923 surgieron las primeras fraternidades folclóricas, recorriendo la populosa zona
del gran Poder.
En los años 30 y 40 se fueron
integrando conjuntos nativos de Los Yungas, que con toques de tambores
adoraban a la imagen. Habiéndose convertido en un evento departamental.
El atractivo característico de la fiesta es la danza de la morenada, remontándose
el origen de esta danza en las zonas norteñas de Bolivia, como es el lugar
llamado Taraco a orillas del Lago Titicaca, lugar donde se
realizan los primeros bordados manuales con hilos de plata llamado Killi,
con formas de escama de pescado.
Los danzantes (Los morenos) en su mayoría son gente
de una situación económica estable donde participan sectores de diversas clases
sociales, profesionales, artesanos, transportistas, etc. En un acto de unidad y
devoción por el patrono del Gran Poder, por su característica conlleva un gran
movimiento económico y social conocido internacionalmente.
Mediante esta entrada del Señor del Gran Poder podemos aseverar que es
propio de una sociedad en rebeldía y lucha de clases mediante cada elemento:
los trajes, el arreglo corporal, las bandas, los pasos, la coreografía, los
ritos antes y después del evento, la fiesta del local, etc. muestran en su
conducta la necesidad de mostrarse como individuo ante la sociedad resurgente.
(Según Foucault) Es la lucha por la identidad de quienes desean
asegurar su poder, demostrando ostentación y derroche, con un afán de
sobresalir ante los demás cueste lo que le cueste.
BIBLIOGRAFÍA
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