viernes, 4 de noviembre de 2016

EDUCAR CON EL EJEMPLO

Toda sociedad está regida por modelos y como docentes podemos afirmar que la  mejor herramienta educativa con que cuenta la familia y la escuela es el ejemplo como parte de vida y los padres como educadores naturales. La familia brinda desde el nacimiento los estímulos que satisfacen las necesidades emocionales, al tiempo que se garantiza el desarrollo psíquico y físico de los pequeños. En la familia se adquieren el lenguaje, la afectividad, la identidad personal, las primeras destrezas musculares, así como el estilo convivencial básico. Las relaciones –estrictamente personales– que se establecen entre padres e hijos constituyen la fuente principal de la que emanan los aprendizajes emocionales, sociales y morales.
Los conocimientos, habilidades y actitudes se ofrecen tempranamente en el seno familiar en gran medida a través del ejemplo. Aun sin pretenderlo, el comportamiento de los progenitores aparece ante los hijos como referencia o base de su conducta. De forma espontánea los padres se presentan como modelos.
El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los padres para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto lo rodea. La seguridad o temor, el optimismo o pesimismo, las actitudes y valores, el modo de relacionarse, el tono vital, etc., dependen en buena parte de lo que durante la infancia se haya observado e imitado. El aprendizaje por vía del ejemplo es sustancialmente distinto a la enseñanza escolar, muy dependiente de la programación.
Frente a las clases teóricas del colegio, el niño en casa observa el comportamiento de los padres que, por cierto, tiene un mayor impacto formativo que las recomendaciones verbales que ellos mismos puedan hacer. El ejemplo benéfico que los padres ofrecen a los hijos se reparte en tres modalidades interdependientes:
El trato interpersonal, a menudo concretado en la cortesía y cordialidad que presiden las relaciones familiares
El porte, en el que se incluye la higiene, la postura, la corrección al hablar, la disposición, etc.
La utilización de materiales, sobre todo en lo concerniente al orden y cuidado de los enseres del hogar.
Es en el seno familiar donde los niños aprenden a hablar, a comportarse, a relacionarse, a convivir. Las relaciones entre padres e hijos son pues la principal fuente de aprendizaje para el niño. Por ello, nuestro ejemplo, será clave en la educación de los niños. De nuestro comportamiento, saldrán los comportamientos futuros de nuestros hijos.
El ejemplo es la base para que el niño adquiera otra serie de valores como la generosidad, la amabilidad, el respeto, la sinceridad, la tolerancia, la perseverancia... Si los padres no muestran estos valores en su vida diaria, será complicado que los niños puedan desarrollarlos. Es fundamental ser consciente del impacto que tiene nuestro ejemplo en la educación de nuestros hijos.
Es necesario disponer de tiempo para los hijos para que ellos puedan aprender de los padres y de su comportamiento. Si delegamos la educación integral de los hijos al colegio, cuidadores o abuelos, quizás no reciban los valores que pretendemos inculcarles.
Como en el caso de la película de Dogville se cuestiona, cómo pueden los padres educar a sus hijos si los propios padres están escasos de educación y preparación para ello, haciendo mención de lo que decía Napoleón Bonaparte, de que los hijos se educan veinte años antes de nacer, dando a entender con ello que los padres deben tener una educación para poder educar a su vez a sus hijos. Ello también concuerda con eso que tantas veces hemos oído de que hay que educar con el ejemplo.
Pero todo eso nos lleva a plantear otra pregunta, si los padres no tienen suficiente educación…,¿podrán dar el ejemplo? o ¿significa que no pueden educar a sus hijos? Si pensamos un poquito si es necesaria la educación del Padre, pero seguro que todos conocemos ejemplos de padres en condiciones educativas desfavorables que han conseguido una buena formación de sus hijos, así como lo contrario, hijos en los que algo falló en su educación cuando en su familia se daban condiciones aparentemente favorables.
Asimismo también conocemos casos de hermanos que siendo de la misma familia, y habiendo vivido bajo las mismas condiciones y el mismo modelo educativo, en unos casos tienen una buena formación, y en otros no. Todo ello parece indicar que ni Napoleón tenía tanta razón, ni es tan cierto eso de que hay que educar con el ejemplo. Aunque resulta paradójico, porque lo de educar con el ejemplo es algo que hemos escuchado tantas veces, que lo tenemos asumido como un dogma, aun cuando probablemente no hemos reflexionado mucho sobre ello.
Bibliografía
 



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